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El Desarme Nuclear

 

O Estado de Sao Paulo
José Goldemberg

Enero 2010 | Link al artículo original

El 6 de agosto de 1945 un único avión lanzó sobre Hiroshima, en Japón, una bomba atómica que provocó la destrucción que mil aviones de bombardeo con 50 toneladas de explosivos (y bombas incendiarias) causarían, matando cerca de 140 mil personas (civiles, y no combatientes). Tres días después otra bomba arrasó Nagasaki.

Los Estados Unidos, en la época, creían que conseguirían mantener el monopolio de la tenencia de armas atómicas por muchos años, lo que no ocurrió. Solamente tres años después, en 1948, la Unión Soviética produjo bombas con poder explosivo mayor que la bomba de Hiroshima, lo que fue también conseguido luego después por Inglaterra, por Francia y, después, por China.

La corrida armamentista nuclear que siguió fue basada en la teoría de la "destrucción mutua", en que cada una de las potencias nucleares (principalmente Estados Unidos y Unión Soviética) garantizaba su seguridad amenazando a sus adversarios de destrucción, en caso que fuera atacada con esas armas.

Según algunos analistas, fue esa política de "disuasión" que impidió que la Guerra Fría se transformara en una guerra nuclear, que probablemente destruiría la civilización moderna como la conocemos. Sólo para dar una idea de cuan real sería esa posibilidad, más de mil pruebas nucleares se llevaron a cabo antes que fueran prohibidas por tratado internacional, una vez que estaban "envenenando" a la atmósfera con sustancias radioactivas.

El horror causado por la destrucción de Hiroshima y Nagasaki, sin embargo, dio inicio a un amplio movimiento para la eliminación de las armas nucleares. Antes de eso, los propios científicos que las construyeron habían propuesto al gobierno de los Estados Unidos que no fueran utilizadas. Esas propuestas no solo fueron ignoradas, pero ridiculizadas como provenientes de pacifistas ingenuos que no entendían la realidad de las confrontaciones internacionales.

Transcurrido más de medio siglo, surge en Estados Unidos una nueva propuesta de eliminación de las armas nucleares, de esta vez hecha no por pacifistas, sino por experimentados "guerreros" de la Guerra Fría, como Henry Kissinger, ex-secretario de Estado, y William Perry, ex-secretario de Defensa, además de otros.

Lo que Kissinger y otros están proponiendo ahora es lo que Brasil y Argentina hicieron en 1992, y que es frecuentemente nombrado como un buen ejemplo de como resolver el problema de la competencia nuclear: los dos países abandonaron programas de desarrollar armas nucleares porque decidieron que podrían garantizar mejor su seguridad con vecinos que no poseyeran esas armas.

La motivación de la propuesta de Kissinger, considerado un "realista", es la siguiente: del punto de vista técnico, es imposible impedir la proliferación de las armas nucleares y eventualmente ellas caerán en las manos de países con gobiernos problemáticos y aún de terroristas, que no dudarán en usarlas.

Durante la guerra fría, los grandes adversarios, Estados Unidos y Unión Soviética, poseían stocks de más de 50 mil bombas nucleares, mucho más poderosas que la que destruyó a Hiroshima, pero su papel era convencer al adversario de que no debería usarlas, o sea, ellas eran, en realidad, "armas de disuasión", que, efectivamente, nunca fueron usadas.

La "disuasión", sin embargo, no se aplica a grupos terroristas, que no tienen nada a perder, una vez que no representan naciones, cuyos gobernantes dudarían en usar armas nucleares sabiendo que sus ciudades serían arrasadas en represalia.

Las grandes potencias - Estados Unidos, Unión Soviética (hoy Rusia), Inglaterra, Francia y China - intentaron en 1968 evitar la proliferación nuclear a otros países, por medio del Tratado de No-Proliferación Nuclear (TNP). Una de las premisas básicas de ese tratado era la de que los "países no-nucleares" (en la época) no desarrollarían armas nucleares en cambio del derecho a desarrollar energía nuclear para fines pacíficos, para lo que podrían contar con la ayuda tecnológica de los países nucleares (artículo IV).

Los que desarrollaran armas no tendrían esa ayuda y la Organismo Internacional de Energía Atómica fue encargada de la fiscalización, para que eso no ocurriera. El reciente acuerdo de los Estados Unidos con la India, promovido por el gobierno Bush, desmoralizó esa premisa. La India desarrolló armas nucleares y está recibiendo amplia ayuda en esa área.

Es evidente que los otros países, como Paquistán, están reivindicando igual tratamiento y aún Irán ha utilizado el artículo IV del TNP para justificar sus esfuerzos para desarrollar un proyecto de enriquecimiento de uranio en gran escala. Como compensación, los "países no-nucleares" signatarios del TNP recibieron – al renunciar al desarrollo de armas nucleares - la promesa de que los países que poseían tales armas iniciarían "luego" negociaciones "en buena-fe" para parar la carrera atómica y promover el desarme nuclear (artículo VI). Esa promesa nunca se cumplió.

Esperar, por lo tanto, que el TNP impida completamente la proliferación de armas nucleares a otras naciones no es una opción muy realista. Una solución más pragmática seria eliminar las armas nucleares, prohibir su uso y reducir, así, los estímulos para obtenerlas. Esa, en pocas palabras, es la propuesta de Kissinger y sus colegas.

El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en su campaña electoral prometió eliminar armas nucleares en el "mediano plazo", así como reducir en el "corto plazo" - conjuntamente con Rusia - los amplios stocks de armas nucleares, que son hoy más de 5 mil en cada uno de esos países.

La nueva política nuclear de los Estados Unidos deberá ser anunciada brevemente y veremos entonces si el "nuevo realismo nuclear" es de hecho verdadero o una figura retórica.

 

*José Goldemberg es físico, profesor de la Universidad de São Paulo y ex-presidente de la SBPC.



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