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Por qué Israel no ha bombardeado a Irán (todavía)?

El riesgo militar es grande; los riesgos políticos pueden ser aún mayores.

Wall Street Journal
Bret Stephens

20 de julio 2010 I Link al artículo original

Por qué Israel no ha bombardeado a Irán todavía? Es una pregunta que me hace frecuentemente gente que supone que tengo una línea telepática con el cerebro de Benjamin Netanyahu. No la tengo, pero por mucho tiempo estaba seguro que ocurriría un ataque durante los primeros seis meses de este año. Como no ocurrió, merece pensar por qué no.

Primero, déjenme explicar mi pensamiento anterior. En la primavera del 2008, había una fuerte especulación que el entonces Primer Ministro Ehud Olmert, que recientemente había ordenado un ataque encubierto a un reactor Sirio, estaba pensando seriamente en un ataque israelí a Irán. El presidente Bush –quien los israelíes consideraban, les daría la cobertura diplomática y el soporte logístico que necesitarían para semejante ataque, especialmente si los acontecimientos sucedían impropiamente- tenía unos pocos meses más por delante. El lanzamiento del Estimado de Inteligencia Nacional de diciembre del 2007 suponía (erradamente, como sabemos) que Irán había detenido sus esfuerzos de armarse nuclearmente, lo que significaba que era altamente improbable que Estados Unidos atacaría.

Finalmente, los planificadores israelíes comprendieron que cuanto más retrasaran un ataque, más arduo sería alcanzar resultados significativos. Irán tendría más tiempo para endurecer sus instalaciones, mejorar sus defensas y dispersar su material nuclear.

Entonces, por qué Israel no actuó en aquel momento? Una variedad de razones, donde la más plausible de todas era que el Sr. Olmert creía que un ataque israelí sobre Irán era una enorme apuesta y que sería imprudente atacar antes de explorar toda vía diplomática, política y de medios encubiertos para frenar el intento nuclear iraní. Luego vino Barack Obama con su ofrecimiento de tiempo limitado para negociar con Teherán, seguido de los disturbios post elecciones en Irán, que brevemente despertaron expectativas de que el régimen sería derrocado desde adentro.

Para fines del año pasado era claro que las dos expectativas estaban fuera de lugar. Era claro que las sanciones limitadas contempladas por la administración de Obama no eran del tipo para disuadir a Irán de sus intentos nucleares. Era claro que esas intenciones se acercaban continuamente a su realización. Y era claro que la administración no estaba inclinada a tomar sus propias acciones militares.

Todo lo cual me convenció de que, habiendo otorgado debidamente el beneficio de la duda a la diplomacia de Obama, Israel –bajo el liderazgo del halcón Netanyahu- atacaría, más pronto que tarde. Claramente, estaba equivocado.

Qué resulta? Aquí hay cuatro teorías en orden ascendente de relevancia y plausibilidad.

La primera es que los planificadores militares israelíes han concluido que cualquier ataque sería de éxito improbable (o exitoso a un costo razonable). Tal vez. Pero este análisis falla al no estimar la profundidad de los temores israelíes a un Irán nuclear y las distancias que están dispuestos a recorrer para detenerlo. Un exitoso ataque a Irán puede estar en el límite externo de las capacidades israelíes, pero líderes militares y políticos israelíes de alto rango insisten que no está totalmente más allá.

Una segunda teoría es que Israel está aguardando mientras perfecciona sus capacidades militares tanto en el ala ofensiva como defensiva. Ayer Israel completo las pruebas para su escudo defensivo de misiles "Cúpula de Hierro", diseñado para resguardar de los misiles de corta distancia que Hamas y Hezbollah podrían usar en respuesta a un ataque israelí a Irán. El sistema entrará en funcionamiento en noviembre. Israel está repensando la compra de una variante semi-invisible del F-15 como alternativa al más costoso F-35, cuya entrega se ha retrasado hasta el 2015. Lo que Israel decida puede ser un indicador de lo que intente.

La tercera teoría concierne la dinámica política interior de Israel. Netanyahu podría apoyar un ataque, pero no lo ordenará sin el consentimiento del Ministro de Defensa Ehud Barak, el Presidente Shimon Peres, el Jefe de Estado Gabi Ashkenazi y posiblemente también, el jefe de la Mossad Meir Dagan. Se dice que este gabinete interno está en contra del ataque, con la vacilante excepción del Sr. Barak. Pero el Sr. Ashkenazi y el Sr.Dagan renunciarían dentro de unos pocos meses, y el Sr. Netanyahu elegiría para remplazarlos a quienes brinden soporte material a la posición del Gobierno de atacar.

Finalmente, líderes israelíes son conscientes de la historia. Haciendo a un lado la rutinaria comparación entre un futuro ataque militar a Irán con la destrucción rápida y efectiva del reactor iraní Osirak en 1981. Como me hace recordar Michael Doran, un estudiante de Medio Oriente de NYU, líderes israelíes probablemente no estén menos alerta a la lección de la Guerra de Suez en 1956. En ese entonces, una efectiva operación militar británica, francesa e israelí para humillar al egipcio Gamel Abdel Nasser (de muchas maneras el Mahmoud Ahmadinejad de su época) cayó en colisión con la decidida oposición política de la administración de Eisenhower, quien erróneamente pensó que podría ganarse el favor de los árabes si se distanciaba visiblemente de Israel y sus tradicionales aliados europeos. Suena familiar?

Se habla ahora que la administración de Obama estaría reconsiderando sus opciones militares hacia Irán. Esperemos así sea. Israel puede al final estar dispuesto a atacar Irán una vez que reconozca que se ha quedado sin otras opciones, como sucedió antes de la Guerra de los Seis Días. Pero el margen de un error táctico sería ajustado, particularmente desde que un efectivo ataque requerirá días y no horas. Y los riesgos políticos que correrá serían monumentales. Como observa el Sr. Doran, en 1956 se podía contar al menos con el soporte diplomático de dos miembros del Consejo de Seguridad de la ONU. Hoy, Estados Unidos es el último amigo significativo.

Esta es una posición poco envidiable, y los amigos de Israel en el exterior harían bien en ayudarlo. Irán no es solamente el problema de Israel. No debería ser el problema a resolver solamente por Israel, bajo su propio espantoso riesgo.

 

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