Actualización del conflicto nuclear de Irán hasta fines de 2006
Descripción resumida de los antecedentes históricos, sociales y políticos de la República de Irán que desembocan en las convulsiones internacionales actuales. Seminario de Armas de Destrucción Masiva y No-proliferación 2006, Buenos Aires
Osvaldo Azpitarte
Noviembre de 2006
Antecedentes
Aspectos generales
La República Islámica de Irán está ubicada en la región de Oriente Medio. Su territorio tiene una superficie de 1 648 195 km2, y su población es de aproximadamente 63 millones de habitantes, lo que la hace la segunda nación más poblada de la región, detrás de Egipto.
Su posición geográfica lo ubica en una región altamente conflictiva. Limita con Armenia, Azerbeijan, Turkmenistan, Afganistán, Paquistán, Turquía e Iraq.
La economía de Irán se basa en la explotación del petróleo, del que tiene grandes reservas. Su PBI aproximado es de 140540 millones de USD, y su PBI per cápita es de 1591 USD anuales.
Situación energética
El conflicto nuclear de Irán nace de la pretensión del país, expresada internacionalmente, de dominar y operar el ciclo completo de producción de energía eléctrica en base a energía nuclear. El dominio de ese ciclo incluye dos etapas que son especialmente sensitivas, ya que pueden derivar fácilmente en proliferación: el enriquecimiento del uranio natural y el reprocesamiento de los elementos combustibles quemados en los reactores nucleares de potencia.
Por lo expresado en el párrafo anterior, es atinente considerar la situación energética global de Irán y analizar los fundamentos de su decisión política, que más allá de ser indudablemente soberana y legítima, ha despertado fundadas sospecha en la comunidad internacional.
La producción de energía eléctrica de Irán, estimada en 26000 MWe, se basa en un 92% en derivados del petróleo y del gas, y en un 8% en carbón y energía hidráulica. El mercado energético iraní está controlado en un 100% por el Estado, a través del Ministerio Iraní de Energía.
Las reservas de petróleo ascienden a 125800 millones de barriles, lo que equivale a un 10 % de la reservas mundiales, y exporta 2.7 millones de barriles por día (es el cuarto exportador mundial).
Estos hechos hacen que su voz y sus decisiones políticas tengan sean sopesadas internacionalmente con cautela, ya que, si se lo propusiera, podría desestabilizar el mercado internacional del petróleo, con graves consecuencias.
Según la Atomic Energy Organization of Iran (AEOI), el país no es rico en uranio, ya que sus reservas probadas ascienden a 3000 toneladas. Sin embargo, esas reservas son suficientes para alimentar un programa nuclear que no sea muy ambicioso.
Su política energética para el futuro incluye aumentar el porciento aportado por la energía hidráulica y, como ya fuera mencionado, producir energía eléctrica de origen nuclear, mediante la operación del ciclo nuclear completo.
Es atinente, a esta altura, hacer alguna consideración de carácter estratégico. La provisión de energía eléctrica de un país, mediante lo que se denomina “matriz energética” es un asunto de la mayor importancia estratégica. Un país debe garantizarse la provisión de energía eléctrica, cualquier sea el escenario mundial, o el conflicto internacional que esté en desarrollo. Hay países que, por ser poseedores de grandes reservas de energía (petróleo, gas, carbón, hidráulica, etc..), no necesitan diversificar su matriz energética para asegurar su provisión. Ejemplo : Arabia Saudita, Iraq, Irán, Venezuela, Rusia, etc.. Otros países, en cambio, carecen de reservas energéticas, y por lo tanto, para garantizar su provisión de energía eléctrica, deben diversificar su matriz energética, basándola en distintas fuentes y proveedores. Ejemplo : Japón, Alemania, Inglaterra, India, etc..
En base a estas últimas consideraciones, resulta, al menos, llamativo, que un país como Irán, totalmente autosuficiente en materia energética, decida embarcarse en un programa nuclear. Cabe aclarar que un programa de este tipo es muy costoso, y altamente dependiente de la transferencia tecnológica de otros países.
El plan nuclear iraní
Antes de considerar este tema, se debe aclarar aquí que Irán es un país signatario del Tratado de no Proliferación Nuclear (TNP).
El plan nuclear iraní se remonta a mediados de la década de 1970, cuando se planificó construir 2 reactores nucleares de potencia (PWR), de 1200 MWe cada uno, en Bushehr, al sur del país. La construcción estaría a cargo de la empresa alemana KWU. En 1979, con la revolución islámica, el plan fué suspendido, dejando la planta a medio terminar.
En 1991, Irán firmó un tratado bilateral con China, para la provisión de 2 reactores nucleares PWR de 300 MWe de diseño chino. El convenio nunca llegó a materializarse. En 1994, la AEOI iraní y el Ministerio de Energía Atómica de la Federación Rusa (Minatom), acordaron completar la planta nuclear de Bushehr mediante la construcción de un reactor PWR WWER de 1000 MWe. El contrato contemplaba la entrega llave en mano. Cabe aclarar aquí que los reactores del tipo PWR (Pressurized Water Reactor) utilizan uranio enriquecido (3 – 4 %) y agua natural como refrigerante.
El plan iraní se completaba con la intención de construir un reactor de investigación de uranio natural y agua pesada. Este proyecto alimentaba sospechas de futuras actividades relacionadas con reprocesamiento de combustible quemado para la obtención de plutonio.
Situación actual
En 2002, la comunidad internacional descubrió un programa nuclear iraní clandestino. Las actividades nucleares de Irán causaron fuerte preocupación en el seno de la comunidad internacional, particularmente desde que en 2003 este país se viera forzado a reconocer ante el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que construía un emplazamiento clandestino con la intención de enriquecer uranio, lo cual podría ser utilizado para producir materiales destinados a armas nucleares. Según las reglas del OIEA, esta violaciones debían ser objeto de un informe a ser remitido al Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas.
El emplazamiento clandestino en cuestión, ubicado en la localidad de Isfahán, consistía en plantas ultracentrifugadoras de hexafloruro de uranio, capaces de enriquecer el uranio hasta el grado de uso militar (mayor que el 90%).
En 2004, la Unión Europea, a través de un grupo de países denominado E3-EU (Alemania, Francia e Inglaterra), ante la posibilidad de que la cuestión iraní fuera remitida directamente al Consejo de Seguridad, decidieron entablar una negociación que desembocó en la firma del Acuerdo de París, de noviembre de 2004. Este acuerdo preveía la suspensión por parte de Irán de todas las actividades relacionadas con el enriquecimiento de uranio.
La Junta de Gobernadores del OIEA (su órgano consultivo), en su resolución del 29 de noviembre de 2004, celebró la decisión de Irán de suspender sus actividades relacionadas con el enriquecimiento de uranio, pero, al mismo tiempo, le solicitó al Director General (órgano ejecutivo) que continuara verificando que se mantuviera vigente la suspensión.
En febrero de 2005, Estados Unidos aceptó respaldar la iniciativa europea, pero mantuvo sus dudas sobre si el enfoque europeo funcionaría (la postura norteamericana siempre había sido la aplicación de sanciones por medio de resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas). El tiempo pareció darle la razón, esta vez, a los Estados Unidos. En septiembre de 2005, la Junta de Gobernadores del OIEA emitió una resolución en la que ponía de manifiesto el reiterado incumplimiento de Irán con las resoluciones del Organismo.
El actual presidente iraní, Ahmadineyad, ya durante su campaña electoral, había propuesto, como uno de los motores de desarrollo de su país, el avance rápido hacia una “tecnología nuclear pacífica”. El 9 de enero de 2006, en abierto desafío a la comunidad internacional, el gobierno iraní dió las instrucciones de romper los sellos de seguridad de las instalaciones nucleares (instalados por el OIEA), y reanudó sus actividades de desarrollo.
El 4 de febrero de 2006, la Junta de Gobernadores adoptó la Resolución GOV/2006/14 en la que lamenta profundamente que, a pesar de sus repetida solicitudes, Irán haya reasumido las actividades de enriquecimiento de uranio en su instalación de Isfahán. En ese contexto, juzga necesario que Irán:
*restablezca y mantenga por completo la suspensión de todas las actividades relacionadas con el enriquecimiento y reprocesamiento.
*reconsidere la construcción de un reactor de investigación moderado por agua pesada.
*ratifique e implemente por completo el Protocolo Adicional del NPT
*implementar medidas de “transparencia”
El 31 de julio de 2006, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas promulgó la Resolución 1696, en la que reclama que Irán siga los pasos requeridos por la Junta de Gobernadores del OIEA en su Resolución del 4 de febrero, y reclama:
*se otorgue al OIEA pleno acceso a todas las instalaciones del plan nuclear iraní
*Irán suspenda todas las actividades de enriquecimiento
El 31 de agosto, el OIEA informó al Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas, que;
*Irán no suspendió las actividades de enriquecimiento
*Irán no otorgó pleno acceso a todas las instalaciones de su plan nuclear.
*el OIEA no está en condiciones de asegurar la naturaleza pacífica del plan nuclear iraní.
En la actualidad, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas estudia la aplicación de sanciones económicas a Irán, pero es este un tema sumamente delicado, porque Irán amenaza con desestabilizar el mercado del petróleo.
Perspectivas
Las perspectivas en torno al tema no son nada alentadoras. No se prevé, en el corto o mediano plazo, modificación de las intenciones del régimen de Irán de llevar a cabo, hasta sus últimas consecuencias, su plan nuclear.
Todos los indicios parecen indicar que la intenciones de Irán de construir una bomba nuclear han sido confirmadas, a pesar de la constante negativa iraní.
La diplomacia intentada por los países de la Unión Europea no tuvieron ni tendrán éxito, a la luz de la determinación inexorable del régimen iraní, de continuar con su plan nuclear.
Las expectativas están centradas en cuál será la decisión del Consejo de Seguridad de la ONU. Allí los votos están divididos. Por un lado Rusia y China son partidarios de sanciones moderadas, y por el otro, USA, Inglaterra y Francia son partidarios de sanciones más extremas.
El empleo de una fuerza militar multinacional es una posibilidad todavía remota. Debe haber, para ello, un fuerte consenso internacional, difícil de conseguir hoy en día, a la luz del fracaso de Iraq.
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