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Un argentino en el OIEA
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Irma Argüello - La Nación, 24 abr 2009.

Usos Pacíficos de la Energía Nuclear

Una noticia reciente, que por cierto ha pasado bastante inadvertida en los medios locales, habla de la fuerte puja internacional por la sucesión del egipcio Mohamed el-Baradei al frente del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

Esta organización multilateral fue creada para promover el uso pacífico de la tecnología nuclear, a la vez que para prevenir su utilización en el desarrollo de armas nucleares. Ha llevado adelante esta misión, basada en tres principios fundamentales: la seguridad física de materiales e instalaciones respecto de potenciales actos delictivos o terroristas; la llamada seguridad nuclear, es decir, el conjunto de medidas de prevención para que las actividades nucleares no afecten a los seres humanos y a su hábitat, y las salvaguardias, que implican la verificación del compromiso de los Estados de abstenerse de un eventual desvío hacia fines bélicos.

El mandato del actual director general, expira el 30 de noviembre de 2009. El-Baradei se ha desempeñado en este cargo desde 1997, y su gestión le ha valido a él y a la agencia el premio Nobel de la Paz, en 2005. Sin embargo, ya ha declarado que no estará disponible para un cuarto mandato.

Luego de una elección fallida el pasado marzo, en la que compitieron el representante de Japón, Yukiya Amano, y el de Sudáfrica, Abdul Minty, sin alcanzar el número necesario de votos, se ha abierto una nueva oportunidad de presentar candidatos para el cargo, que vence el próximo lunes.

Entre los nombres de potenciales sucesores existe uno que cuenta con un alto grado de respaldo internacional: el del argentino Rogelio Pfirter, actual director general de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ), con sede en La Haya.

Pfirter, quien fuera nombrado por aclamación en su cargo actual, cuenta también con amplia experiencia en temas nucleares. Entre otras funciones, fue negociador jefe en el tratado de Tlatelolco, que creó la zona libre de armas nucleares en América latina y el Caribe; director de la agencia bilateral argentino-brasileña de contabilidad y control de materiales nucleares (Abacc), y también participó en el proceso de incorporación de la Argentina al Tratado de No proliferación de Armas Nucleares.

Su desempeño en el cargo actual habla de un perfil compatible con el que requiere esta delicada posición de liderazgo, en la que se deben conciliar los intereses de las potencias nucleares y aquéllas en vías de serlo, con los de los países que anhelan incorporarse al desarrollo de la energía atómica y de sus tecnologías asociadas.

Sin embargo, resulta sorprendente que, a pesar de un escenario tan favorable y a tan sólo pocos días del vencimiento del plazo para las postulaciones, existan dudas acerca de si el gobierno argentino lo presentará oficialmente como candidato.

Tal demora sólo podría justificarse si se tratara de una estrategia de presentación de último momento.

La mera postulación de un candidato para tan alto cargo sería altamente beneficiosa para el país en términos de su inserción internacional.

Más allá de ello, la designación de un argentino al frente del Organismo Internacional de Energía Atómica, de producirse, sería un reconocimiento internacional a la extensa trayectoria nuclear del país y a sus impecables credenciales no-proliferantes, sin el riesgo de un compromiso del país en temas ríspidos de política nuclear internacional, ya que el desempeño del cargo tiene carácter estrictamente personal.

Por otra parte, el nombramiento daría respaldo a un profesional cuyas condiciones personales y experiencia en el liderazgo de organismos multilaterales ha logrado, sin lugar a dudas, un amplio consenso en el nivel internacional.

Dicho en otras palabras, ganaría la Argentina y ganaría la comunidad nuclear global.

Si bien el nombramiento oficial no es la única vía de postulación -de hecho Mohamed el-Baradei se presentó en su momento sin el respaldo del gobierno egipcio y fue elegido-, las connotaciones de la no presentación o de la presentación sin respaldo gubernamental distan mucho de ser neutras.

En efecto, tal postura sería leída por el mundo como una señal contradictoria de un país que declara firmemente promover su desarrollo nuclear pacífico y a la vez se abstiene de respaldar a uno de sus mejores valores para la conducción del más alto organismo internacional dedicado a tales fines.

 

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