La Nación, 8 feb 2010. Después de meses de estériles negociaciones y pese a las advertencias de nuevas sanciones, el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, subió ayer la apuesta en su disputa con Occidente por su plan nuclear, al anunciar que ha ordenado a los científicos de su país que iniciaran el proceso para el enriquecimiento de uranio al 20%, paso necesario para la fabricación de una bomba atómica.
El anuncio, que tuvo lugar apenas días después de que el mandatario iraní se manifestara dispuesto a enriquecer uranio en el extranjero, despertó inmediata preocupación entre las potencias occidentales y llamados a nuevas sanciones.
"Ahora, doctor Salehi, empiece a producir uranio [enriquecido] al 20% con nuestras centrifugadoras", dijo el presidente Ahmadinejad, dirigiéndose al jefe del Organismo Atómico iraní, Ali Akbar Salehi, presente junto a él en la sala.
Frente a un nutrido grupo de científicos y en un discurso emitido en directo por la televisión estatal, el mandatario precisó, no obstante, que la decisión no significa que haya renunciado a la negociación con la comunidad internacional.
Sin embargo, anoche, Salehi anunció que mañana mismo comenzará el enriquecimiento en la planta de Natanz, que, según los expertos, tiene unas 7000 centrifugadoras preparadas para el proceso.
"Informaremos en una carta al OIEA [Organismo Internacional de Energía Atómica] nuestra intención de enriquecer uranio al 20%", dijo Salehi.
Occidente teme que el proceso de enriquecimiento al 20% provea a Teherán de un conocimiento más sofisticado en el camino hacia la construcción de una bomba.
En Roma, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, reaccionó de inmediato al anuncio de Ahmadinejad e instó al resto de los países a "unirse" para frenar la "ambigua política" emprendida por el régimen islamista.
"Si la comunidad internacional permanece unida, todavía se está a tiempo para que las presiones sobre Irán y las sanciones tengan el efecto deseado", resaltó Gates.
Su mensaje parecía tener dos claros destinatarios: China y Rusia, dos países con poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que se muestran reticentes a aumentar la presión sobre Teherán. Irán ya ha recibido tres rondas de sanciones de la ONU. Pero China, que compra a Teherán un tercio del petróleo que consume, ha dejado en claro que quiere que las grandes potencias continúen dialogando con la república islámica.
Además de Estados Unidos, otras potencias occidentales manifestaron ayer su inquietud. Gran Bretaña expresó su "profunda preocupación", mientras que Alemania le advirtió al presidente Ahmadinejad que "la paciencia tiene un límite".
Occidente sospecha que Irán está intentando dotarse de una bomba atómica con el pretexto de un programa nuclear civil, pero la república islámica desmiente esas acusaciones. La cuestión del enriquecimiento de uranio es el eje de ese diferendo, ya que el uranio débilmente enriquecido (entre 3 y 5%) es utilizado como combustible en las centrales eléctricas nucleares, pero con un enriquecimiento del 90% puede permitir fabricar una bomba atómica.
Irán rechazó en noviembre una propuesta del llamado Grupo de los Seis (Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Gran Bretaña y Alemania) para el envío, en una sola entrega, de la mayor parte de sus reservas de uranio débilmente enriquecido a Rusia y a Francia para ser transformado por esos países en combustible para su reactor civil de Teherán.
Irán dio luego plazo hasta fin de enero al G-6 para que estos aceptaran entregarle combustible con las condiciones fijadas por el gobierno iraní, es decir, un intercambio simultáneo y por pequeñas cantidades. Amenazado con nuevas sanciones internacionales, Teherán parecía haber flexibilizado su posición en las últimas semanas. El martes, un ambiguo Ahmadinejad afirmó que "no había problemas" para enriquecer su uranio en el extranjero.
Las potencias occidentales reaccionaron con desconfianza y pidieron a Irán que "tradujera en hechos sus palabras" mediante una contrapropuesta al OIEA, algo que nunca sucedió. "Yo había dicho: «Demos [a las grandes potencias] dos a tres meses [para cerrar un acuerdo sobre intercambio de uranio], y si no están de acuerdo, empezaremos nosotros mismos» a producir uranio altamente enriquecido", declaró ayer Ahmadinejad.
"Pero [las grandes potencias] empezaron a jugar con nosotros, aunque enviaran mensajes en los que dijeran que querían encontrar una solución", agregó Ahmadinejad, que, no obstante, no descartó que aún hubiera posibilidad de negociar. "Estamos dispuestos a dialogar sobre el intercambio de combustible nuclear. Volver |