El Programa Nuclear de Birmania: ¿Quién está a cargo? |
Matthew Cottee, The National Interest, 24 ago 2013. Mientras el uso de armas químicas por parte del gobierno de Bashar al-Assad sigue dominando los cirulos de política exterior en todo el mundo, la noticia de que recientemente Birmania (o Myanmar) firmó un acuerdo importante que provee a los inspectores de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) de mayor acceso para investigar actividad nuclear sospechosa pasará inadvertida. Sin embargo, la dificultad de atribuir los ataques químicos en Siria, proporciona un recordatorio útil sobre los retos de tratar con un país que tiene poderes de autoridad que se superponen y cadenas de comando ambiguas. En este sentido, el caso de Birmania no es tan simple como puede aparentar. En noviembre de 2012, el presidente birmano, Thein Sein, indicó que su país adoptaría un Protocolo Adicional en su acuerdo nuclear de salvaguardas con la OIEA. El Protocolo, el cual muchos en la comunidad internacional - junto con la misma OIEA - han estado instado a Birmania a que adopte desde hace un tiempo, lo compromete a proveer más información acerca de sus actividades nucleares, así como un mayor acceso a los inspectores internacionales. A pesar de que ha tomado varios meses para que la decisión del presidente sea formalizada, constituye un gran paso hacia adelante en cuanto a transparencia. Estas son noticias bienvenidas, dadas las alegaciones en años recientes de que las actividades nucleares de Birmania no han sido del todo legítimas. Los lazos con Corea del Norte han aumentado estas sospechas. Como resultado, la mayoría han tomado la aumentada apertura de Naypyidaw como una muestra de que sus ambiciones nucleares ya no son de naturaleza militar, o de que nunca fueron algo más. Después de todo, ¿por qué aceptaría Thein Sein revelar más información sobre el programa nuclear de su país si supiera que hay algo que esconder? Sin embargo, quedan otras explicaciones. Hay una posibilidad real de que el Presidente Thein Sein no estuviera consciente de la magnitud de las actividades nucleares de su país cuando aceptó en noviembre adoptar el Protocolo Adicional. O quizá, más interesantemente, el presidente estaba muy consciente de estas actividades y ahora confía en que esta exposición por parte de los inspectores nucleares para poder socavar o descalificar a aquellos que les autorizan. Estos escenarios no han sido considerados por los comentadores, pero explican todos los hechos observados – el gran volumen de testimonios de desertores, incluyendo a Sai Thein Win, el cual sugiere fuertemente que existen planes nucleares por parte de la junta militar, así como la nueva y sorpresiva transparencia nuclear. Pero, ¿En verdad es posible que el presidente de Birmania no supiera que, si hubiera, actividades nucleares se estaban llevando a cabo en su país? Los eventos en el Estado Kachin de Birmania sugieren que esto es más probable de lo que uno podría pensar. En diciembre de 2011, el Presidente Thein Sein ordenó un fin a la agresión en contra de rebeldes de una etnia minoritaria en Kachin, y aún así continuaron las hostilidades. En diciembre de 2012, el ejército birmano desplegó helicópteros de ataque y aeronaves de combate contra los rebeldes, aunque un reporte demandaba “Un funcionario del gobierno dijo que el ejército no les había informado de alguno de los ataques aéreos”. La falta de comunicación interna entre el ejército y el gobierno sugiere que el legado del gobierno militar en Birmania aún tiene influencia, a pesar de las recientes elecciones. A comienzos de este año, el gobierno de Estados Unidos “designó” al Teniente General Thein Hytay, jefe del Directorado de Industrias de Defensa de Birmania para sus tratos con Corea del Norte. El funcionario militar retirado fue señalado por sancionar, por su intercambio continuo de bienes militares con Pyongyang. Esto fue a pesar de las promesas hechas por Thein Sein durante la visita del Presidente Obama a Birmania en 2012 de que dichos lazos habían terminado. El anuncio de la Tesorería estadounidense enfatizaba que su acción no estaba dirigida al gobierno birmano, sugiriendo que Thein Htay estaba trabajando solo sin el conocimiento de sus superiores. A pesar de la dificultad para obtener información de Birmania, estos ejemplos sugieren que la autoridad no descansa puramente en el presidente, en cambio comprende jurisdicciones que se sobreponen y poderes que compiten. Quizá la autoridad civil, a pesar de que está compuesto mayormente de oficiales militares y ex militares, no está en control total del ejército birmano. Después de todo, tal vez el ejército no estaría particularmente interesado en poseer un programa de armas nucleares encubierto, a pesar de lo primitivo que este fuese. Todo esto significa que el acuerdo de Thein Sein para exhibir más transparencia nuclear no puede ser tomado como una indicación genuina de que nada está mal en el Estado de Birmania. Los gobiernos internacionales deben estar planeando – y coordinando – sus acciones en caso de que se detecten actividades nucleares anteriormente ocultas. Con miras (optimistas) al futuro, esto puede inclusive ser una prueba tornasol para tratar con otros Estados, tales como Irán o Corea del Norte, los cuales pueden decidir abrirse a una transparencia nuclear mayor en un futuro. Ya sea que Thein Sein sepa o no de las actividades nucleares clandestinas birmanas, su potencial descubrimiento podría actuar para socavar su autoridad y crear un conflicto dentro del sistema político en germinación. Sería una gran tragedia si la apertura nuclear instada a Birmania resultara finalmente en una crisis que desestabilizara el progreso político más amplio que ha hecho hasta ahora. La comunidad internacional no debería estar sorprendida si se descubre algo adverso, pero debería asegurar que las acciones que emprenda – particularmente aquellas tomadas por la OIEA en cuanto al manejo de cualquier descubrimiento – apoyen el proceso de reforma política, en lugar de beneficiar a aquellos aún en puestos de poder quienes sin duda preferirían verlos fracasar. |