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Siria: Primer testimono independiente de uso de armas químicas Imprimir Correo
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Clarin, 28 mayo 2013.

Sólo con un antídoto evitaron morir.  Periodistas franceses de Le Monde cuentan cómo vivieron una ofensiva de las fuerzas sirias contra los rebeldes.

El periodista Jean Philipe Remy y el fotógrafo Laurent Van der Stock estuvieron en Siria clandestinamente entre abril y mayo y pudieron ver y filmar los ataques en video, fotografiar sus víctimas y conseguir testimonios de médicos, enfermeras y sobrevivientes.

Cuando los países europeos debaten en Bruselas un posible levantamiento del embargo de armas a los rebeldes sirios a pedido de Gran Bretaña y Francia, el diario francés Le Monde ha podido confirmar la utilización de armas químicas por parte del ejército del régimen del presidente Bashar Al Assad.  El fotógrafo sufrió él mismo durante cuatro días los efectos del gas, “con problemas visuales y respiratorios”. Adra, Otaiba y Jobar fueron los lugares donde los rebeldes han sido gaseados.

El canciller francés Laurent Fabius mostró ayer su “inquietud” y dijo que “existen presunciones más y más apoyadas de uso localizado de armas químicas. Ellas necesitan de verificaciones muy precisas. Nosotros las haremos”.

El fotógrafo Van der Stock vio el pasado 13 de abril a los combatientes rebeldes comenzar a “toser, después se colocaron sus máscaras de gas, pero ya estaban expuestos. Vi a hombres arrodillarse, vomitar, ahogarse”, en los suburbios de Damasco, relató el fotógrafo.

Una experiencia similar tuvo Jean Philipe Remy, el reportero, sobre la utilización de armas químicas en el frente de Jobar, a la salida de Damasco, donde la rebelión penetró en enero, no muy lejos del centro de la ciudad. Ya ha habido denuncias sobre supuestos ataques químicos en Siria, hechas por organizaciones humanitarias o por las partes involucradas. Pero esta es la primera vez que se relata un ataque y sus efectos.

Según los periodistas, las armas químicas se están utilizando “en una corona en los alrededores de Damasco” contra los rebeldes. Los combatientes y los médicos coinciden en síntomas similares: dolor de cabeza, pupilas contraídas, náuseas, dificultades para respirar y vómitos.

“Si no se los trata inmediatamente, es la muerte”, dijo un médico en el hospital Al Fateh de Kaffer Battna, en la región de Ghoutta, en las puertas de Damasco.

Remy escribió que el “gas se utiliza en los frentes de manera puntual, evitando lanzamientos masivos que constituirían fácilmente pruebas irrefutables”. Según él y atribuyendo a “una fuente occidental”, el régimen sirio apela a una “mezcla de productos, especialmente de gas antidisturbios, para borrar las pistas en la observación de los síntomas”. Pero “no son gases lacrimógenos sino gases tóxicos, de otra clase”.

Los médicos son la fuente más precisa para Le Monde porque el gas no se huele ni se ve y sólo se percibe un leve enrojecimiento cuando se utiliza por algunas horas, hasta que aparecen los demás síntomas. En el hospital Al Fateh de Kaffer Nattna, los médicos mostraron imágenes captadas en sus teléfonos celulares de rebeldes con signos de sofocación. Todos eran rebeldes que habían combatido en la región de Ghouta, al este de Damasco.

El doctor Hassan O. describió en Le Monde los síntomas: “Todos llegan con problemas respiratorios. Tienen las pupilas dilatadas. Algunos vomitan. No entienden nada, no hablan, sus músculos respiratorios están inertes. Si no los tratamos de urgencia, es la muerte”, explicó. Esta descripción coincide con las de todos los médicos que han tratado a pacientes en similares condiciones, en los alrededores de Damasco. Después de estos incidentes se distribuyeron máscaras de gas, jeringas y ampollas de atropina, un producto inyectable que contrarresta los efectos neurotóxicos del gas sarín y sus derivados.

Los médicos en Ghouta sospechan que el gobierno sirio ha ordenado usar gas sarín, inodoro e incoloro, cuyos efectos tóxicos son coincidentes con los que sufren los rebeldes que están siendo atendidos tras los ataques. En el hospital de Douma, los médicos recibieron 39 pacientes después de un ataque químico en la ciudad de Adra.

Un médico del hospital islámico de Hammouriya, instalado en un discreto hangar, contó que el 14 de abril llegó un combatiente con serias dificultades respiratorias y un ritmo cardíaco “que se volvió loco”. Para salvarlo usaron 15 inyecciones seguidas de atropina y de hidrocortisona. Los médicos también se contaminan y necesitan de atropina para poder seguir salvando vidas.

Los periodistas franceses constataron que los medicamentos son ya raros y los cirujanos se ven obligados a utilizar productos veterinarios para seguir salvando vidas. No hay más morfina y los stocks de atropina también van desapareciendo. Los médicos exhumaron cuerpos de las víctimas, tomaron muestras de tejidos y las intentaron mandar –vía combatientes– a países vecinos para que fueran examinados, sin saber si llegaron o no a destino. Pero hasta ahora el gobierno de Assad se niega a permitir el ingreso de funcionarios de la ONU para probarlo.

El presidente francés François Hollande y el presidente norteamericano Barack Obama ya habían declarado que “la línea roja” para una reacción internacional contra el régimen sería la utilización de armas químicas.

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