Lecciones de desarme de la Convención de Armas Químicas |
Los autores, Mikhail Gorbachev y Rogelio Pfirter, describen las características únicas de la Convención de Armas Químicas (CWC por sus siglas en inglés) que podrían servir como un modelo para el desarme biológico y nuclear.
Bulletin of the Atomic Scientists Junio 2009 | Link al artículo original
La Convención es única en la esfera del desarme y la no-proliferación – un tratado internacional que elimina una clase entera de armas de destrucción masiva bajo un estricto régimen de inspección para verificar el cumplimiento. Desde su entrada en vigor en abril de 1997, la Convención a atraído 188 Estados Partes representado el 98 por ciento de la población mundial y las industrias químicas, la tasa de acceso más rápida para un tratado de control de armas en la historia. Durante este tiempo, 43 por ciento de las armas químicas declaradas por 7 estados “poseedores” han sido verificablemente destruidas, y 3 de esos estados han eliminado completamente sus inventarios. Al ritmo actual, el número global más que se duplicará por lo menos un 90 por ciento para 2012. Adicionalmente, todas las facilidades que producían estas armas mortales fueron desmanteladas o convertidas a usos pacíficos. Paralelo a estas medidas históricas de desarme, un régimen de inspecciones industriales ha sido establecido bajo la Convención para asegurar que no emerjan nuevas armas químicas y para prevenir la diseminación ilícita de químicos tóxicos que puedan ser usados para armas. La industria química global ha sido un socio valorable en estos esfuerzos promoviendo activamente la adhesión a la convención y ayudando a sostener la efectividad de la inspección industrial que hasta hoy has sido conducida en más de 80 países. La agencia de implementación de la Convención, la Organización para Prohibición de Armas Químicas (OPAQ – o bien OPCW por sus siglas en inglés), ofrece beneficios adicionales importantes a los Estados Miembros. Ha movilizado recursos significativos para construir las capacidades para proteger contra el posible uso de armas químicas y ha avanzado en los usos pacíficos de la química para el desarrollo económico, facilitando el intercambio del conocimiento científico y expertise. Estos programas están basados en una cultura de apoyo mutuo y ha atraído un creciente interés como medios para reducir el riesgo de terroristas usando armas químicas. La CWC tiene varias virtudes distintas que en nuestra visión son directamente relevantes al objetivo de eliminara las armas nucleares y biológicas. La primera es su naturaleza inclusiva. Los tratados previos en armas químicas demostraron que en tanto se les permitieran tener armas, ellas serian usadas. La Convención anhela remover esta amenaza haciendo obligatoria la destrucción de todas las armas químicas existentes y prohibiendo el desarrollo y producción de nuevas armas. Mientras se continúa trabajando en este objetivo, la posesión y uso de estas armas ha sido deslegitimizado por una abrumadora mayoría de países. Otra virtud de la Convención es un carácter no discriminatorio. Todos los estados miembros comparten los mismos derechos y obligaciones, y aquellos con armas químicas debe declarar y destruir las armas, sin excepción. Además, todos los miembros con industria química cubiertas por la Convención deben ponerlas bajo inspección internacional para propósitos no proliferantes. Una tercera virtud es que es que las decisiones políticas en la OPCW son tomadas por consenso, lo que requiera que intereses contrapuestas se concilien para alcanzar acuerdos en decisiones de política. Este proceso puede ser difícil y llevar mucho tiempo, pero a lo largo del tiempo ha retribuido con grandes dividendos en sostener la confianza y el compromiso de los miembros. Estas virtudes han posibilitado que rivales encuentren un espacio común para fortalecer la paz y la seguridad internacional. Los Estados Unidos y Rusia que mantenían un basto inventario de armas químicas al fin de la guerra fría lideraron el camino para concluir negociaciones multilaterales en con Convención y han mostrado un impresionante compromiso para completar la destrucción de sus arsenales completos. Permanecer aún desafíos significativos hasta la completa abolición de las armas químicas. Siete países permanecen fuera de la Convención, incluyendo varios sospechados de tener programas de armas químicas activos. Los Estados Unidos y Rusia necesitan ambos acelerar sus esfuerzos para cumplir el plazo legalmente vinculante de la Convención de abril de 2012 en cuento a completar la destrucción de sus inventarios. Y los avances en ciencia y tecnología ofrecen desafíos constantes a la efectividad del régimen de inspecciones industriales de la organización. Los lideres mundiales no deberían ver las virtudes de la Convención de Armas Químicas como una panacea para las armas nucleare y biológicas que tiene diferentes dimensiones estratégicas y técnicas. Pero la Convención ha demostrado que dada la voluntad política, es factible eliminar las armas de destrucción masiva de una forma equitativa y verificable. Los Estados Unidos y la Unión Soviética decisivamente pusieron la abolición de las armas nucleares en la agenda internacional más de 20 años atrás, lo cual llevó a reducciones mayores en las fuerzas nucleare en Europa y a legitimar el objetivo internacional de eliminar por completo las armas nucleares . Con las Conferencia de Revisión para el Tratado de No-proliferación Nuclear, la Convención de Armas Biológicas y la Convención de Armas Químicas durante los próximos tres años, la comunidad internacional debería aprovechar el momento y moverse decididamente para librar al mundo de todas las armas de destrucción masiva. |