Leonam dos Santos Guimarães

Junio de 2011

Artículo de opinión del experto brasilero Leonam dos Santos Guimarães, miembro del Grupo Asesor Permanente en Energía Nuclear del OIEA, sobre la decisión alemana de eliminar la energía nuclear en el país para el 2022.

El abandono del programa nuclear por parte de Alemania fue determinado por una legislación de 2001 y deviene de una cuestión política interna en el país, en la cual el Partido Verde tiene un papel destacado.

En la realidad, la Canciller Merkel, en una demostración de gran coraje político, consiguió alterar, en 2010, la legislación original de 2001, prorrogando el plazo de 2022 en 10 años. Ese cambio se debió principalmente a las dificultades que Alemania enfrenta para cumplir simultáneamente esa decisión y las metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, así como para mantener una razonable seguridad energética nacional, minimizando las importaciones de electricidad de los países vecinos y de combustible fósil, en especial las de gas natural de Rusia.

Sin embargo, inmediatamente después del accidente de Fukushima en marzo del corriente año, ese coraje se desvaneció: ella volvió para atrás, al principio provisoriamente, en la prórroga del plazo que ya había sido decidido por el parlamento y poco después determinó la desconexión de las 8 más antiguas de las 17 centrales alemanas.

Se puede inferir que ese cambio brusco de posición ciertamente tuvo como principal motivación las elecciones legislativas que ocurrieron enseguida, en el mes de abril. A pesar de tal medida el gobierno fue derrotado, particularmente por el Partido Verde.

Más recientemente Merkel anunció, de forma bastante “mediatizada”, la decisión definitiva de no prorrogar el plazo de 2022. Tal decisión, sin embargo, no es nueva, pero fue divulgada como si lo fuese, ciertamente con el objetivo político de reducir los efectos de la derrota electoral sufrida por el gobierno.

Es por lo menos curioso el hecho de que el gobierno alemán resolvió “revivir” el abandono de las centrales nucleares del país hasta el 2022, pero al mismo tiempo continúa tolerando la presencia de más de un centenar de armas nucleares norteamericanas en su territorio, manteniendo aviones de combate de tal Fuerza Aérea, bajo el comando de la OTAN, listos para cargar y lanzar tales armas, y aún participa activamente en la modernización de dichas armas, cuyas versiones más precias y letales serán instaladas en su territorio a partir de 2017.

Será que el gobierno y la sociedad alemana creen que los riesgos asociados con las armas nucleares son menores que aquellos asociados con las plantas de generación eléctrica? Por qué el Partido Verde alemán se opone tan vehementemente a las plantas nucleares y acepta la presencia de armas nucleares extranjeras en el territorio de su país? Por qué el gobierno de la coalición liderado por la Canciller Merkel actúa de forma tan incisiva en el sentido del abandono de la generación eléctrica nuclear y es aliado en la disuasión militar norteamericana, basada en el terror de las armas nucleares? Esas son preguntas que claman por respuestas.

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