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abr 19
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El futuro de Corea del Norte en duda después de la purga del segundo en la cadena de mando PDF Imprimir Correo
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Seguridad internacional

Ralph A. Cossa, presidente del Pacific Forum CSIS, (Center for Strategic & International Studies), 18 dic 2013.

Para los que esperaban un cambio de régimen en Corea del Norte se les podría haber cumplido su sueño, sólo que no es el cambio que estaban deseando.

La purga y súbita ejecución del líder número dos de Corea del Norte, Jan Song-thaek, dá testimonio una vez más a los peligros asociados con ocupar el segundo lugar en la cadena de mando en una sociedad autoritaria. Ni siquiera lo ha salvado la condición de ser tío del número uno (mediante matrimonio, no por nacimiento).

Saber lo que todo esto implica para la estabilidad del régimen y para sus políticas futuras es un juego de adivinanzas y es importante tener presente que cuando se habla de Corea del Norte estamos sólo haciendo conjeturas.

La parte frustrante del análisis de las acciones de Corea del Norte es que cada evento tiene por lo menos dos explicaciones igualmente plausibles y a la vez diametralmente opuestas entre sí.

Los expertos se muestran divididos entre aquellos que creen que la remoción de Jang del poder es un reflejo del control total de Kim Jong-un – ya que confía en sí mismo lo suficiente como para separarse del hombre que fue elegido por su padre para ser su mentor – y los que piensan que es un reflejo de la falta de estabilidad e inseguridad de este líder de unos 20 años.

Por mi lado me inclino a la última opción pero necesitamos ver qué otras figuras van a caer como resultado de la purga y quiénes se van a rehabilitar; más del 40 por ciento de los líderes de mayor rango han sido separado de sus cargos o retirados en los dos años desde que Kim Jong-un accedió al poder, incluyendo a algunos rivales potenciales de Jang que ahora podrían ser reinstalados. Está claro que aún no se ha dado el último paso.

Hay una cosa que no se puede discutir: Jang no va a reinstalarse en el poder. Su ejecución – algo que es común para individuos de menor jerarquía pero nada frecuente para los líderes más encumbrados – podría reflejar el grado de inseguridad que tendría Kim sobre su capacidad para neutralizar a su tío quién en otro tiempo había acumulado mucho poder. Hay que acordarse del viejo proverbio que propone “matar a las gallinas para atemorizar al mono”. Kim eliminó directamente al mono. Puede uno imaginarse el grado de terror que deben tener las gallinas.

Mientras queda mucho por esclarecer, lo que parece claro es que “la reforma al estilo chino” es cada vez menos probable para Corea del Norte. Jang había sido visto desde hace tiempo como el defensor número uno de la reforma; los chinos recibieron a Jang como si fuera un jefe de estado cuando visitó Beijing en 2012. Informes señalan que mientras estaba allí dió seguridades a los líderes chinos de que a cambio de apoyo, el nuevo líder jovencito, Kim Jong-un, con el aliento y supervisión de Jang, tarde o temprano conduciría a Corea del Norte por el sendero chino.

Es muy probable que esta línea de pensamiento haya sido desacreditada, por lo menos por ahora. Aún si su purga fuera solamente una cuestión de poder y de personalidades, sería muy peligroso para otros ser vistos en actitud de apoyo a las recetas políticas de Jang. Si son ciertos los informes de que China no fue advertida de antemano sobre este suceso y de que algunos de los partidarios de Jang están buscando asilo en China, esta situación representaría un mal augurio no solamente para el modelo chino, sin también quizás para la totalidad de la relación entre China y Corea del Norte. El hecho de que la larga lista de pecados de Jang incluye el haber vendido activos de Corea del Norte a China a precios muy baratos seguramente le duele a China como sal en una herida.

Colegas chinos a veces me dicen, solamente medio en broma, que quieren llevar a sus hijos a Corea del Norte para que vean cómo fue China en los viejos tiempos, antes de que Deng Xiaoping lanzara al país por el sendero de la reforma. Parece que había muchos en China que creían (o por lo menos deseaban) que Jang Song-thaek se hubiera convertido en el Deng Xiaoping de Corea del Norte. Fue Deng quien, después de haber sido víctima de dos purgas encabezó su propio golpe interno en 1976, inaugurando el cambio de régimen en China que expulsó a la “Banda de los Cuatro” encabezada por Jiang Qing, la viuda de Mao.

Mientras que otros van a observar con mucha atención los cambios en la política de Corea del Norte como resultado de la purga y ejecución de Jang, seguramente los cambios más significativos son los que no van a ocurrir. Las posibilidades de reformas al estilo de Deng pueden haber muerto con Jang. Imagínense el destino de China si hubiese prevalecido la Banda de los Cuatro. Esto es lo que puede haber pasado ahora en Pyongyang.

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