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La crisis en Ucrania pone a prueba planes de Moscú para resucitar posturas de la Guerra Fría PDF Imprimir Correo
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mouFundación NPSGlobal, 3 mar 2014

En el conflicto sobre Ucrania, Rusia ha dejado muy en claro que está dispuesto a tomar pasos arriesgados para proteger lo que entiende que son intereses vitales. La pregunta es: ¿quiénes son los enemigos de Rusia y que están haciendo para amenazar a los intereses rusos?

Analistas y líderes occidentales creen que el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, es un hombre atascado en la mentalidad de la Guerra Fría, percibiendo a los colegas occidentales del G-8 como antagonistas determinados a socavar la influencia rusa en las ex repúblicas soviéticas.

En ese contexto, la pérdida de control sobre Crimea – una región autónoma de Ucrania, sede de la flota naval rusa en el Mar Negro y vía de contacto natural con el Mediterráneo, sería un golpe duro a la seguridad nacional y orgullo de Rusia, particularmente doloroso ya que Putin ha emprendido un esfuerzo significativo para renovar la flota del Mar Negro.

De todos modos, desde que fuerzas militares pro-rusas comenzaron a tomar posiciones claves en Crimea hace más de una semana, Moscú ha dicho que solamente está respondiendo al ilegitimo golpe de estado parlamentario contra el presidente de Ucrania, Viktor Yanucovych, el 22 de febrero.

Desde la intervención militar la crisis ha tomado nuevas dimensiones. Washington, la Unión Europea y Moscú han intercambiado amenazas de represalias económicas. Europa está particularmente sensible al tema ya que recibe aproximadamente 30 por ciento de su energía de Rusia. Mucho de esta energía llega vía gasoductos que atraviesen a Ucrania.

Pero es poco probable que el tema energético vaya a figurar de forma importante en el resultado del conflicto ya que es poco realista que Moscú decida cortar el suministro de gas entre los campos de gas en Rusia y los mercados europeos.

Esos gasoductos son un símbolo de la creciente interdependencia de la región. La empresa energética rusa, Gazprom, acomodando su comportamiento a las demandas del mercado, en los últimos años ha tomado pasos para asegurar a sus clientes que el suministro de gas no estará sujeto a turbulencias políticas no vinculadas a la industria.

Algunos analistas occidentales han especulado que la intervención rusa en Ucrania se podría haber evitado si Kiev hubiera mantenido control sobre las 1,900 ojivas estratégicas nucleares que tenía en su territorio en el momento del colapso de la Unión Soviética. Kiev decidió enviarlos a Rusia para que fueran desmanteladas.

Este tipo de análisis, de todos modos, tiene poco que ver con la realidad actual o con los deseos de las potencias occidentales en ese momento.

Lo que catalizó la crisis fue la negativa de Yanucovych a fines del año pasado a llegar a un acuerdo económico con la Unión Europea. Acorralado, aceptó un paquete de ayuda de emergencia ofrecido por Moscú.

La decisión de Yanucovych desató más de dos meses de demonstraciones que paralizaron al país. El gobierno finalmente intento frenar las demostraciones por la fuerza, provocando confrontaciones mortales. El parlamento removió a Yanucovych después de que escapo de Kiev rumbo a Rusia.

Moscú justificó su intervención en Ucrania, alegando que actuó en respuesta al pedido de la población pro-rusa en el este y sudeste del país, zonas limítrofes con Rusia donde Yanucovych gozaba de apoyo. Sostuvo que la región estaba sujeto a las decisiones illegitimas del presidente en ejercicio de Ucrania, Oleksandr Turchynov.

El parlamento de Crimea votó el jueves la realización de un referéndum para la anexión a Rusia, una acción que líderes occidentales dijeron que solamente complicaría a la crisis.

A pesar de esta maniobra, Moscú no puede realísticamente tener la expectativa de que va a lograr dar vuelta para atrás el reloj para volver a instalar un líder títere en Ucrania. Debe reconocer que al dar su apoyo a Yanucovych, logro antagonizar a las fuerzas políticas que ahora controlan al país y que estos podrían renovar reclamos para cancelar el tratado mediante el cual la flota naval rusa del Mar Negro tiene uso del puerto de aguas profundas de Sebastopol hasta 2042. Indudablemente, es la preocupación más acuciante de Putin.

Crimea ha estado en la órbita de Rusia desde que fue adquirido del Imperio Otomano a mediados del siglo 18. Putin tiene una casa de retiro allí. Perder el puerto de Sebastopol sería un resultado inaceptable, particularmente para un líder que se enorgullece en sus esfuerzos por restaurar el poder geopolítico que tenía Moscú en la era de la Unión Soviética.

Es poco probable que líderes occidentales apoyarían un intento para expulsar Rusia del puerto. En el pasado han evitado invitar países como Ucrania y Georgia a formar parte de la OTAN.

Pero mantener el puerto de Sebastopol, por lo imprescindible que sea, no es la solución al dilema de cómo fortalecer la influencia rusa en la región, la principal preocupación geopolítico de Putin. A largo plazo el logro de este objetivo dependerá menos del poder militar ruso y más en la capacidad de Rusia para ofrecer a sus vecinos y aliados la promesa de un futuro mejor, basado en crecimiento económico y auto-determinación. Para Putin la cuestión es si tiene sentido competir con la Unión Europea para lograr este objetivo o de juntar fuerzas con ellos para lograr el mismo fin.


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