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Revisión 2015 del TNP. Un costoso y frustrante ejercicio

Irma Argüello 
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22 mayo 2015

Luego de arduas negociaciones que han tenido lugar desde el 27 de abril pasado, la Conferencia de Revisión 2015 del Tratado de No proliferación de Armas Nucleares llega a su fin con más dudas que respuestas. La primera reacción es si vale la pena dilapidar semejante nivel de recursos para resultados tan escasos. La falta de progreso acreditable respecto de la mayoría de los 64 puntos del Plan de Acción que se acordara en 2010 es evidente. Esto se hace más notable en aquellos referidos a los compromisos de desarme nuclear. 

También emerge una vez más la dificultad para arribar a un documento final que sea aceptable para los 185 Estados Partes sin Armas Nucleares y, a la vez, para los cinco Estadosreconocidos por el Tratado como poseedores legales de dichas armas. Todo esto hace pensar que existe una distancia sideral entre lo declarado y las realidades crudas que emergen de este costoso ejercicio diplomático.

Si bien es claro que el TNP es un pilar fundamental del orden nuclear global presente, también tenemos que reconocer que se queda corto en una serie de aspectos cruciales que hacen a la seguridad internacional de hoy. Su falta de universalidad es uno de ellos, con cuatro Estados nuclearmente armados no alcanzados por las obligaciones del Tratado. Adicionalmente, el Tratado tiene su foco en las relaciones entre Estados por lo que las amenazas derivadas de la acción de actores no-estatales deben abordarse con otros instrumentos. También los privilegios de los cinco poseedores frente a los que no las poseen, tanto en la letra y en la práctica.

Los compromismos incumplidos de desarme 

La resistencia de los poseedores en hacer tangibles y verificables sus compromisos por el Art.VI, si bien no es nueva, ha quedado delineada, quizás como nunca, durante los días pasados cuando dichos Estados han mostrado por todo avance al cumplimiento de sus obligaciones el acuerdo respecto de un glosario de términos nucleares.

Tales Estados no aceptan establecer un cronograma para su desarme nuclear con las responsabilidades profundas que ello implica. A los alardes de reducciones numéricas de sus arsenales, que alcanzan mayormente a sistemas de armas obsoletos, se opone la realidad de costosas modernizaciones para aumentar la efectividad y la letalidad de sus armas, valuadas en miles de millones de dólares. En este sentido, y lamentablemente, prevalece aún y así será por mucho tiempo, el paradigma de las armas nucleares como pieza central del poder de un Estado y la expresión de tal concepto en las doctrinas de seguridad. Los que abogamos por un mundo más seguro consideramos que este paradigma, en el entorno actual de seguridad global, es hoy, no solo inconducente sino también cada vez más peligroso.

El respeto internacional y la capacidad de influir en el entorno global (y por ende de defender los intereses nacionales) debe lograrse con otros medios y no con aquellos que atentan en contra el interés global, como sucede con las armas nucleares. Los que toman decisiones en los Estados nuclearmente armados, dentro y fuera del TNP, no deberían esperar a que un arma sea detonada ya sea en forma intencional o accidental con las indescriptibles consecuencias devastadoras conocidas, para revisar este nefasto paradigma. Si así fuera, sería demasiado tarde. Sin embargo estos dirigentes continúan sin tomar consciencia poniendo en riesgo la seguridad de todas en aras de los mal entendidos intereses de nueve naciones.

Nueva Revisión, viejas frustraciones 

En las negociaciones durante la Conferencia de Revisión las conocidas posturas y los comportamientos estereotipados de unos y otros han ocupado nuevamente un papel central. Quedan muchos pendientes: la falta de progreso en desarme y la falta de avance en la convocatoria de una Conferencia para una Zona Libre de Armas de Destrucción Masiva en Medio Oriente (uno de los callejones sin salida al TNP autoimpuesto por los Estados Parte en 1995) son quizás los más relevantes y complejos.

Tampoco se ha consensuado un documento final, como ocurrió en la Revisión de 2005. Muchos dramatizan la imposibilidad de consensuar tal documento final como la máxima señal de fracaso de la Conferencia pero el asunto va mucho más allá. No alcanza con llegar a un documento final si queda sólo en las palabras como sucedió con el 2010. El documento final, no es un fin en sí mismo y es poco frente a la falla subyacente en el cumplimiento de los compromisos esenciales dentro del Tratado. Concentrarse en la existencia o no de un documento final para medir el éxito o fracaso de la Revisión encierra una gran hipocresía, un renovar compromisos para que nada relevante suceda. El cumplimiento del objetivo último subyacente en el TNP que es lograr desarme nuclear completo, irreversible y verificable bajo el control internacional se logrará con acciones concretas que todavía no se visualizan.

La necesidad de nuevos liderazgos

En medio de estas señales poco auspiciosas, una de las pocas innovaciones positivas que podemos rescatar es la relevancia que va adquiriendo la Iniciativa sobre los Impactos Humanitarios de las Armas Nucleares (HINW por sus siglas en inglés) y el consecuente Compromiso Humanitario, que nace a partir de la Conferencia de Viena de diciembre del pasado año y al que ya han suscripto más de 100 estados.

Queda planteado todavía el dilema de la falta de apoyo de los principales actores de esta historia que son los Estados nuclearmente armados a esta iniciativa. Pero llevar la atención internacional a los efectos de las armas nucleares implica no solo un rol para los gobiernos sino para el ámbito no gubernamental en todos los países, pero sobre todo en los que poseen armas nucleares o las alojan. En este sentido es fundamental que la sociedad civil se prepare más allá de las reacciones emocionales para demandar a los actores políticos una definición positiva hacia la prohibición y consecuente eliminación de las armas nucleares en el mundo de una manera jurídicamente vinculante. Para ello es clave poseer y difundir información certera, educar y preparar a todos los actores sociales pero sobre todo a nuevos líderes, para que puedan defender desde la razón y no sólo desde la emoción los fundamentos de la necesidad y conveniencia del desarme nuclear completo, irreversible y verificable. Se trata de una tarea de largo aliento que debe encararse con fortaleza y convicción.

Mientras tanto y como complemento imprescindible se debe avanzar en paralelo con el debate en foros alternativos y transversales y la consecuente implementación de medidas clave de control de armamentos y seguridad nuclear que permitan reducir día tras día en plazos más cercanos los claros riesgos que implican la posesión y uso, tanto de las armas nucleares y como de los materiales para fabricarlas. 



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