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La cima de la montaña, es decir, el mundo libre de armas nucleares es difícil de visualizar pero sabemos que allí está, sólo necesitamos avanzar paso a paso hacia el objetivo, para hacerlo más visible y entonces más realHacia un mundo libre de armas nucleares

 

 

The Wall Street Journal
Henry A. Kissinger, George P.Shultz, William J. Perry y Sam Nunn

15 de enero de 2008 | Link al artículo original (inglés)

La acelerada expansión de las armas, el conocimiento y el material nucleares nos ha llevado a un punto de inflexión. Enfrentamos la posibilidad real de que las armas más mortales jamás inventadas caigan en manos peligrosas.

Los pasos que estamos dando para abordar estas amenazas no se adecuan al peligro que suponen. Con la mayor disponibilidad de las armas nucleares, la disuasión se torna cada vez menos efectiva y más arriesgada.

Un año atrás, en artículo de opinión en este periódico, hicimos un llamado al esfuerzo global por reducir la dependencia de las armas nucleares, para prevenir su propagación en manos potencialmente peligrosas y, en última instancia, para acabar con ellas como amenaza mundial. El interés, veloz y creciente espacio político creado para abordar estas cuestiones durante el último año ha sido extraordinario, con firmes respuestas positivas de personas de todo el mundo.

Mijail Gorbachov escribió en enero de 2007 que, como alguien que firmó los primeros tratados de reducciones reales de armamento nuclear, pensó que su deber apoyar nuestro llamado a la acción urgente: “Es cada vez más claro que las armas nucleares ya no significan la obtención de seguridad; de hecho, cada año que pasa hacen nuestra seguridad más precaria.”

En junio, la Secretaria de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Margaret Beckett, señaló el apoyo de su gobierno planteando que: “Lo que necesitamos es tanto la visión –el escenario para un mundo libre de armas nucleares– como la acción –los pasos progresivos para reducir los números de cabezas y limitar el rol de las armas nucleares en la política de seguridad. Estas dos tendencias se distinguen pero se refuerzan mutuamente. Ambas son necesarias, pero por el momento muy débiles.”

También hemos sido alentados para este proyecto por indicios adicionales de apoyo general de antiguos funcionarios con amplia experiencia como Secretarios de Estado y asesores de defensa y seguridad nacional. Entre ellos: Madeleine Albright, Richard V. Allen, James A. Baker III, Samuel R. Berger, Zbigniew Brzezinski, Frank Carlucci, Warren Christopher, William Cohen, Lawrence Eagleburger, Melvin Laird, Anthony Lake, Robert McFarlane, Robert McNamara y Colin Powell.

Inspirados por esta reacción, en octubre de 2007 reunimos a veteranos de las últimas seis administraciones junto con un gran número de otros expertos en temas nucleares para una conferencia en la Institución Hoover de la Universidad de Stanford. Hubo allí un acuerdo general sobre la importancia de la visión de un mundo libre de armas nucleares como guía para la reflexión sobre las políticas nucleares, así como de la serie de pasos a seguir para lograr retirarnos del precipicio nuclear.

Los Estados Unidos y Rusia, que poseen cerca del 95% de las cabezas nucleares del mundo, tienen una especial responsabilidad y obligación de demostrar liderazgo, pero otras naciones deben unírseles.

Algunos pasos ya están en progreso, como la reducción actual en el número de cabezas nucleares utilizadas en los bombarderos y misiles, tanto estratégicos como de largo alcance. Otras medidas que Estados Unidos y Rusia podrían tomar pronto, al comenzar el año 2008, pueden de por sí y para sí reducir decisivamente el peligro de la energía atómica. Estas son:

Extender la cláusula clave del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas de 1991. Mucho se ha dicho sobre la valiosa tarea de verificación gracias a la aplicación de sus provisiones. El tratado expirará según lo estipulado el 5 de Diciembre del año 2009. Sus cláusulas clave, entre las que se incluyen los requerimientos esenciales de monitoreo y verificación, serían ampliadas, y además habría futuras reducciones sobre las que se acordó en el Tratado de Moscú sobre Ofensiva Estratégica en el año 2002, las cuales se terminarían de ejecutar lo más pronto posible.
Tomar medidas para aumentar la prevención y el tiempo de decisión para el lanzamiento de los misiles balísticos con cabezas nucleares y por lo tanto reducir el riesgo de un ataque accidental o no autorizado. La confianza en los procedimientos de lanzamiento que niegan a las autoridades a cargo el tiempo suficiente para tomar decisiones cuidadosas y prudentes. Esta confianza es fútil y peligrosa en la situación de hoy en día. Es más: el progreso de la guerra cibernética trae nuevas amenazas que podrían tener consecuencias desastrosas si los sistemas de comando y control de cualquier Estado fuesen comprometidos por hackers malintencionados u hostiles. A su tiempo se implementarían más medidas en tanto que la confianza en la relación entre los Estados Unidos y Rusia crezca gracias a la introducción, con verificación y de común acuerdo, de barreras físicas en la secuencia de comando y control.
Abandonar cualquier plan operacional de ataque masivo que pueda subsistir desde los días de la Guerra Fría.
Interpretar que la disuasión requiere una Mutua Destrucción Asegurada (MDA) es una política obsoleta en el mundo actual, donde los Estados Unidos y Rusia han declarado formalmente que son aliados contra el terrorismo y que ya no se consideran enemigos entre sí.
Llevar a cabo negociaciones para desarrollar misiles balísticos multilaterales conectados y sistemas de alarma inmediata, como propusieron los presidentes Bush y Putin en la reunión cúspide de Moscú del año 2002.
Esto incluiría un acuerdo en planes para contrarrestar la amenaza de misiles de Medio Oriente hacia Europa, Rusia y los Estados Unidos, como también la conformidad en trabajar para establecer el Centro de Intercambio Conjunto de Información en Moscú. Al reducir las tensiones con respecto a la defensa de misiles se aumentará la posibilidad de proseguir con temas más abarcativos con respecto a la energía nuclear, los cuales son totalmente esenciales para nuestra seguridad. Si se fracasa en esto, será mucho más difícil lograr un acuerdo para solucionar la cuestión de la Energía atómica.
Apresurar dramáticamente el trabajo para proveer los estándares más altos de seguridad para armas nucleares, así como para otros materiales nucleares de cualquier lugar del mundo, para prevenir que terroristas adquieran una bomba nuclear. Hay materiales para la construcción de armas nucleares en más de 40 países alrededor del mundo, y hay reportes recientes de supuestos intentos de contrabandear material nuclear en Europa del este y en el Cáucaso. Los Estados Unidos, Rusia y otras naciones que han trabajado juntos en el programa Nunn-Lugar, en cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica deberían jugar un papel preponderante ayudando a implementar la Resolución 1540 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, relacionada con la mejora de la seguridad nuclear – ofreciéndoles equipos para asistir y ayudar conjuntamente a cualquier nación, para que ésta pueda cumplir con sus obligaciones dentro de la resolución, para proveer una apropiada y efectiva seguridad a estos materiales.

Como el Gobernador Arnold Schwarzenegger dijo en su discurso de nuestra conferencia en el mes de octubre, “Errores se cometen en cualquier emprendimiento humano. Por qué las armas nucleares habrían de ser la excepción?” Para remarcar esta idea del gobernador, los días 29 y 30 de agosto de 2007, seis misiles armados con ojivas nucleares fueron cargados en un avión de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, volaron a través del país y fueron descargados. Durante 36 horas nadie supo dónde estaban las ojivas nucleares, o ni siquiera que estaban faltando.

Empezar un diálogo, con la NATO y Rusia incluidas, para garantizar que las armas nucleares diseñadas para un futuro desarrollo tengan una mayor seguridad, y como un primer paso para ello, llevar una cuidadosa contabilidad de ellas y de su eventual eliminación. Estas armas nucleares más pequeñas y portables pueden, por sus características, ser obtenidas en forma más fácil por parte de grupos terroristas.

Reforzar la importancia del monitoreo, según el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, como un indicador de la expansión mundial de tecnologías avanzadas. Más progreso en esta dirección es urgente, y podría ser alcanzado a través de la aplicación de medidas de monitoreo (protocolos adicionales) designados por la OIEA para todas las naciones firmantes del TNP.

Adoptar un proceso para poner en efecto el Comprehensive Test Ban Treaty (CTBT), el cual fortalecería el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares y también favorecería el monitoreo internacional de las actividades nucleares. Esto requiere una doble revisión: primero, examinar las mejoras con respecto a la década pasada en cuanto al sistema de monitoreo internacional para identificar y localizar explosiones subterráneas que prueba la violación del CTBT; y, segundo, evaluar el progreso técnico realizado en la década pasada en lo que respecta al mantenimiento de una alta confiabilidad, seguridad y efectividad del arsenal nuclear de las naciones que es sometido a pruebas. La organización del CTBT está poniendo en marcha nuevas estaciones de monitoreo para detectar pruebas nucleares - un esfuerzo que los Estados Unidos deberían urgentemente respaldar aún antes que ratificar.

En paralelo con estos pasos de los Estados Unidos y de Rusia, el diálogo debe extenderse a una escala internacional, de modo que incluya a los países si armas nucleares como a los que las poseen.

Los objetivos claves incluyen la idea de llevar la meta de un mundo sin armas nucleares a una empresa de todas las naciones, con la voluntad política de construir un consenso internacional en base a prioridades. El gobierno de Noruega será el auspiciante de la conferencia de febrero próximo, que contribuirá en este proceso.

Otro tema: desarrollar un sistema internacional para controlar los riesgos asociados al ciclo del combustible nuclear. Ante el creciente interés global por obtener energía nuclear y la posibilidad de que la capacidad de obtener enriquecimiento nuclear prolifere, las potencias nucleares junto con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). La finalidad de ese programa debería ser garantizar suministros confiables de combustible nuclear, reservas de uranio enriquecido, asistencia en materia de infraestructura, financiamiento y control del combustible gastado: es decir, garantizar que el medio utilizado para fabricar los materiales que llevan las armas nucleares no se extienda alrededor del mundo.

Asimismo, debería existir un acuerdo tendiente a lograr una reducción en el poderío nuclear de Estados Unidos y de Rusia que sea más sustancial que el Tratado de Reducciones Estratégicas Ofensivas (US-Russia Strategic Offensive Reduction Treaty). A medida que las reducciones avancen, otras potencias nucleares comenzarían a comprometerse en el tema.

Habría que reafirmar la máxima de “confiar pero verificar” del presidente Reagan. La concreción de un tratado verificable a fin de evitar que los países fabriquen materiales nucleares con finalidad armamentística contribuirá a que haya un sistema más riguroso a la hora de asegurar y dar cuenta de materiales nucleares.

También deberíamos constriur un consenso internacional sobre las diferentes maneras de disuadir y, cuando sea necesario, de responder ante los intentos que hagan algunos países por incumplir acuerdos.

La exposición clara del objetivo final que nos hemos trazado deber facilitar el progreso. En efecto, ésta es la única manera de lograr el tipo de confianza internacional y de amplia cooperación que será necesario para encarar eficazmente las amenazas actuales. Sin el objetivo de lograr la eliminación total, no conseguiremos la cooperación esencial necesaria para poner fin a la espiral descendente en que estamos.

En algún sentido, el objetivo de un mundo libre de armas nucleares es como la cima de una montaña muy alta. Desde la ladera de nuestro mundo problemático de hoy, ni siquiera podemos ver la cima, y es tentador y fácil decir que no podemos llegar allá desde donde estamos. Pero los riesgos de continuar bajando o permanecer allí son demasiado reales para ignorarlos. Debemos determinar un curso hacia tierras más altas, desde las que la cima llegue a ser más visible.

Traducción: Fundación NPSGlobal


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