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El regreso de los planes nucleares

 

La Nación
Andrés Oppenheimer

Octubre 2009 | Link al artículo original

América latina se enorgullece, desde hace mucho tiempo, de ser la mayor región del mundo libre de armas nucleares, pero declaraciones recientes de altos funcionarios brasileños y venezolanos hacen que muchos se pregunten si continuará ostentando esa distinción durante mucho tiempo.

El vicepresidente de Brasil, José Alencar, opinó el mes pasado que Brasil debería tener derecho a las armas nucleares, las cuales, según dijo, actuarían como un "factor disuasivo" y le darían al país un mayor "respeto" en el ámbito internacional.

En 2007, el subsecretario de Asuntos Estratégicos y Relaciones Internacionales del Ministerio de Defensa de Brasil, José Benedito de Barros Moreira, había hecho declaraciones similares. A través del Tratado de Tlatelolco, un acuerdo regional de 1967, varios países acordaron abstenerse de desarrollar armas nucleares.

Desde entonces, 33 países de la región han ratificado el tratado, lo que convirtió a América latina en la zona más grande del mundo sin armas nucleares. El vicepresidente Alencar dijo que otras potencias regionales emergentes, como Paquistán, han ganado posiciones de importancia en organismos internacionales "justamente por tener una bomba atómica".

Un vocero de Luiz Inacio Lula da Silva aclaró inmediatamente que el vicepresidente, así como Barros Moreira, estaba hablando por cuenta propia y que no representaba la posición del gobierno.

La semana pasada, entrevisté al ministro de Defensa de Brasil, Nelson Jobim, y le pregunté si su país planeaba fabricar armas nucleares. "No, hay aquí una equivocación de parte del vicepresidente -dijo Jobim-. En Brasil está prohibido fabricar armas nucleares. La Constitución brasileña prohíbe el uso y la fabricación de armas nucleares y, por otra parte, [también] lo prohíben los acuerdos brasileños en el marco internacional."

Jobim agregó que Brasil se propone desarrollar energía nuclear con fines pacíficos, lo que está permitido por los tratados internacionales. Eso incluirá la fabricación de un submarino nuclear, que será más rápido que los submarinos convencionales, pero no estará equipado con armas nucleares, agregó.

"¿A qué funcionarios brasileños deberíamos creerles?", pregunté a varios especialistas. Cristina Eguizabal, directora del Centro de América latina y el Caribe de la Universidad Internacional de Florida, me dijo que cree en la versión del ministro de Defensa. "El proyecto de política exterior de Brasil es un proyecto de potencia respetable y el hecho de desarrollar armas nucleares lo pondría un poco del lado de Estados «hostiles» como Irán o Corea del Norte", explicó.

Otros creen que Brasil se está poniendo nervioso por el programa de cooperación nuclear entre Venezuela e Irán. El presidente venezolano, Hugo Chávez, ha declarado que está construyendo una "aldea nuclear" con ayuda iraní.

Ambos países firmaron un acuerdo para cooperar en tecnología nuclear en 2008. Chávez dijo que esos programas "sólo tienen objetivos pacíficos", pero el presidente colombiano, Alvaro Uribe, se mostró escéptico al respecto.

"A nosotros nos preocupa mucho, y no puedo dejar de decirlo, que se lleven para nuestro barrio la guerra nuclear -dijo Uribe en un reciente encuentro con sus compatriotas en Boston-. Eso es sumamente grave, sumamente preocupante."

Buen ciudadano

Mi opinión: Brasil está más cerca que nunca de alcanzar su meta de convertirse en superpotencia regional. La semana pasada obtuvo una banca temporaria en el Consejo de Seguridad, poco después de haber conseguido ser sede de la Copa Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de verano de 2016.

Brasil proyecta un saludable crecimiento económico y acaba de descubrir grandes reservas de petróleo, lo que llevó a Lula a pronosticar que Brasil será la quinta economía del mundo dentro de diez años. Lo más probable es que Brasil desarrolle un programa nuclear con fines pacíficos, como afirma la postura oficial, porque quiere seguir siendo un buen ciudadano global.

Pero que eso se mantenga en el futuro dependerá de lo que haga Venezuela: si la colaboración nuclear entre Venezuela e Irán provoca tantas sospechas como el programa nuclear semisecreto de Irán, Brasil cambiará de idea y América latina podría dejar de ser la única región del mundo libre de armas nucleares.



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