Irma Argüello|NPSGlobal| 10 abril 2015 Luego del entusiasmo inicial en los países occidentales al que se plegaron muchas voces optimistas alrededor del mundo, las declaraciones de ayer del Ayatollah Alí Khamenei, quien tiene la última palabra en Irán respecto de la aprobación de la negociación nuclear, resultan un baño de realidad respecto de las posibilidades de éxito del acuerdo cuyo marco se esbozó el pasado 2 de abril en Lausana. Una cuestión preocupante tiene que ver con las sustanciales diferencias de interpretación de los parámetros que fueron acordados. En este sentido Khamenei desmintió rotundamente aspectos centrales que figuran en la detallada Fact Sheet emitida por la Casa Blanca, a la vez que sentó sus propias bases de lo que es aceptable o no. Algunos de los puntos fundamentales de disenso respecto tal marco político son los siguientes:
Por otra parte, el líder supremo de Irán señaló el carácter no-vinculante del acuerdo y la necesidad de preservar el honor de su país como resultado de la negociación nuclear. Khamenei puso de manifiesto la existencia de dos "líneas rojas" que Irán no aceptará traspasar bajo ningún concepto: Por un lado el levantamiento de totalidad de las sanciones el mismo día que se firme el acuerdo definitivo, que se ha previsto para el 30 de junio, y por el otro, la República Islámica no dará acceso a Occidente a ninguna de sus instalaciones militares. Repercusiones Las declaraciones de Khamenei son vistas por muchos, dentro y fuera de Estados Unidos, como un nuevo revés de la política exterior de la administración Obama (aunque éste sigue mostrándose optimista en recientes declaraciones) y en general en el desempeño de los P5+1 en la mesa de negociación. En el marco de un llamativo silencio de Rusia y China, lo sucedido parece corroborar en la práctica la visión del Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu quien ha catalogado a los iraníes como "tramposos" en línea con otros opositores al pre-acuerdo, por ejemplo el ala republicana en los EEUU. Mirando hacia atrás, un denominador común han sido las dificultades con la República Islámica para hacer valer los términos acordados en negociaciones diplomáticas. Argentina ha vivido en carne propia las experiencias desconcertantes del caso AMIA y en particular de la concepción e implementación del Memorandum de Entendimiento con Irán para investigar dicho atentado. Si bien éste fue aprobado por la mayoría oficialista en el Congreso Nacional en marzo de 2013, a pesar del alto nivel de oposición de la sociedad argentina, Irán perdió interés y nunca lo ratificó. Este proceso carente de transparencia cuya génesis se halla actualmente bajo investigación judicial, representó para al gobierno argentino un descrédito significativo e innecesario en el país y en mundo. Ante el estado de cosas cabe preguntarse entonces cuales son las verdaderas chances de lograr un acuerdo que aleje a Irán del arma nuclear. La respuesta es bastante sombría ya que no se trata solamente de acordar un texto, que de por sí estará plagado de aspectos técnicos, sino de arbitrar las bases de una implementación adecuada. Se impone así la necesidad de maximizar la efectividad de los controles por parte del Organismo Internacional de Energía Atómica - OIEA cuyas capacidades de inspección se verán puestas a prueba quizás como nunca antes ante un Irán que, se estima, no hará fácil tales controles. Un punto clave para analizar es si los esquemas de sanciones tal cual los conocemos hoy son efectivos para persuadir a gobiernos autoritarios para que desistan de su intención de proliferar, ante la realidad de que privilegian más sus ambiciones que el bienestar de sus pueblos. Los casos de Irán y Corea del Norte nos pueden dar la pauta de la respuesta. Leer también: Acuerdo nuclear con Irán: interrogantes y desafíos. El pre-acuerdo del 2 de abril tal como fue publicado por la Casa Blanca (en inglés).
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